miércoles, 20 de agosto de 2014

CUIDAR LAS RELACIONES


Las relaciones son fuente de felicidad y de sufrimiento -afirma Miriam Subirana-. Encontramos felicidad en una buena amistad, un buen amor, una conversación… Todo esto nos nutre, pero también las relaciones son a veces las que más sufrimiento nos causan.  Los malentendidos y los conflictos pueden ser una causa de dolor constante. A veces, la pérdida de un ser querido nos hace sentir que tal vez deberíamos haber cuidado más la relación: “cuántas veces hemos escuchado que en el lecho de muerte las personas se arrepienten de no haber cuidado mejor a sus amistades o familiares, de no haber dedicado más tiempo a conversar y a estar con ellos”.

Afirma Miriam Subirana que a veces cuidamos más las relaciones en momentos difíciles. En cambio, en momentos mejores podemos dar por supuesto que uno ya tiene a esa persona, sea marido, esposa, amigo, colaborador… Y entonces deja de sentirle, de cuidarle, de estar más atento a su presencia y a sus necesidades.

Cuando se inicia una relación se cuidan los detalles. Con el paso del tiempo se integra a esa persona en el círculo relacional cercano y se deja de cuidarla con atención: “no escucha, no dedica tiempo, no percibe si la otra persona está pasando por momentos delicados”.

“Cuidarnos unos a otros es esencial para que las relaciones florezcan”

Las personas dan sentido a nuestro ser.  Nos construimos con el otro. Las relaciones se convierten en un proceso de revelación propia y ajena, en la que uno se descubre a sí mismo descubriendo al otro. 

“El poder personal no se puede desarrollar ni sostener si la persona no logra ver a los otros y sentirse vista por los demás”. Si las amistades son tan importantes, es una prioridad cultivar una actitud apreciativa y prestar atención para no caer en la trampa de las expectativas, plantear las conversaciones necesarias, escuchar, estar por el otro, no evitar el conflicto, sino afrontarlo mediante la comunicación no violenta, acompañar en el sufrimiento y dedicar el tiempo necesario.

A veces las personas pasan por nuestro lado o las tenemos delante, y no hay tiempo para ellas, porque debemos cumplir con nuestros planes. Así, la vida va pasando. Compromisos cumplidos, pero oportunidades y encuentros perdidos. Paseos no compartidos, conversaciones no mantenidas, personas no atendidas, oportunidades desperdiciadas de reencuentros con el otro, porque teníamos que hacer otra cosa marcada por el plan. Cuando actuamos de esta manera, nos instalamos en las planificaciones de la mente y queremos que la realidad las cumpla. En cambio, si vivimos estando presentes en el momento, abrazaremos estos encuentros.

Cuando alguien está con otra persona, pero su mente está en el pasado o en el futuro, en lo que tiene que hacer luego o en lo que pasó antes, no está en el presente y la comunicación que se establece es pésima, porque i escucha ni habla. Se pierde la oportunidad de un encuentro.

Es importante ser conscientes de que nuestra presencia y actuación influyen. El poder está en lo que ocurre en ese preciso momento. Cada encuentro con alguien es sagrado. Hemos de convertir nuestros encuentros con otras personas en experiencias inolvidables. Hemos de dar sentido a la conversación y no huir con conversaciones superfluas y miradas distraídas.

Miriam Subirana

“Cuidar las relaciones”

El País Semanal

20 de julio de 2014