miércoles, 20 de abril de 2011





Coloquio sobre Grafología simbólica, en la Sociedad Española de GrafologíaTexto e imágenes: Begoña Mardones Gómez



El que escribe confecciona su autorretrato
Max Pulver


El sábado, día 16 de abril, se celebró un Coloquio sobre Grafología simbólica, en la Sociedad Española de Grafología. El profesor don Juan Carlos Belda comenzó el Encuentro con una ponencia titulada Aproximación a la Grafología simbólica. “El inconsciente colectivo -señaló- es un concepto básico en la teoría que desarrolla el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung. En ella establece que existe un lenguaje común a todos los seres humanos en todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón”.

Carlos Belda añadió que, para Jung, el inconsciente colectivo es un concepto que se puede comprobar empíricamente, ya que se expresa a través de sueños, fantasías, datos transculturales, etc.

Dentro del inconsciente colectivo -siguió diciendo el profesor Belda- se encuentran los arquetipos, que son funciones psíquicas inconscientes y colectivas, heredadas, que predisponen al ser humano a responder ante el mundo de determinadas formas.

En el símbolo encontramos un hecho complejo, no simple, aunque así nos lo parezca en una primera apreciación, dijo don Carlos Belda. En el contenido se mezclan elementos racionales e irracionales y los producimos sin reparar en ello. Un ejemplo son los garabatos que a veces realizamos mientras hablamos por teléfono o llevamos a cabo otra actividad, como en una reunión, en una clase o en una conferencia. Estos garabatos -señaló Belda- están efectuados de manera inconsciente, pues el plano de la conciencia está ocupado en la atención a quien habla o al tema en cuestión. Muchas veces efectuamos garabatos con figuras geométricas: triángulos, cuadrados, círculos. Esto también se da en la escritura. Si observamos con una lupa los grafemas podemos descubrir símbolos ocultos entre las letras. Nuestros grafismos son una muestra de que el símbolo está presente dentro de nuestra mente y lo expresamos de forma inconsciente.

Juan Carlos Belda profundizó en Escuela de Grafología Simbólica fundada por el suizo Max Pulver. Para él, el que escribe confecciona su autorretrato. El hombre refleja en su escritura símbolos que están marcados en el inconsciente.

Pulver señala que debemos fijarnos en cómo se escribe, en cómo trazamos cualquier grafema. Es importante ver cómo se realiza una firma, por ejemplo -dijo Juan Carlos Belda- que la persona nos muestre cómo hace los trazos: las progresiones, las regresiones…

La zona superior -señaló el profesor Belda- refleja la divinidad, el misticismo, el orgullo, la superioridad. Es el área del pensamiento, de la ambición, del poder, de la fantasía, de la imaginación… La zona inferior simboliza el materialismo, la sexualidad, el dinero, la excitación, el fracaso, la caída moral; es el área de la parte biológica, de los instintos, del inconsciente.

A la derecha está lo social, el camino hacia los otros, la imagen del padre, la actividad, la expansión y el altruismo; a la izquierda, se halla el pasado, la familia, la niñez. La zona media se refiere al yo, a lo emocional, a lo cotidiano, al presente.

Juan Carlos Belda afirmó que todo signo gráfico expresa a la persona en su totalidad: inteligencia, afectividad y voluntad. Cada uno de nosotros tiene una personalidad individual, una manera de ser y una forma de escribir. A continuación expuso a los alumnos asistentes algunas firmas de Reyes de la Reconquista, que ponían castillos a los lados de su firma a modo de protección, como Fernando el Católico, por ejemplo. Era una España en guerra de fronteras. El profesor Belda destacó el simbolismo y cómo éste se plasma en gestos gráficos. También se analizaron rúbricas.

Después, el profesor Belda comentó con los alumnos las características de algunas firmas como las de Walt Disney, Lorca, Miguel de Unamuno, Michel Jackson, o el Dalai Lama.

La segunda parte del Coloquio estuvo a cargo de José Francisco González Ramírez, psicólogo y experto en Grafología, que habló sobre El Simbolismo en la escritura. “La escritura -afirmó- es un aprendizaje, que requiere un determinado nivel de desarrollo y maduración cerebral, así como haber asimilado una ingente cantidad de aprendizajes o capacidades previas”. Ningún niño empieza a escribir cuando lo vemos, sino que existe una preescritura.

Neurológicamente se han tenido que formar unas redes cerebrales que constan de conjuntos de neuronas que se activan. Estas redes básicas ya están preparadas previamente antes de que el niño pueda llegar a escribir o repetir gráficamente patrones fonéticos, y eso es posible mediante el desarrollo previo de capacidades y aprendizajes anticipatorios, que luego usa el niño para poder asimilar la escritura:

“Cuando analizamos un escrito, señaló, estamos tocando cerebro. La escritura desde que se inicia está formando cerebro. Escribir una sílaba o una palabra requiere una maduración cerebral increíble. La escritura es algo que toca el cerebro. El niño está utilizando redes neuronales cuando empieza a escribir. Ahora se dice que el cerebro se está construyendo siempre”.

Nadie llega a escribir porque sí, ni la escritura es posible solamente por repetir patrones gráficos en forma de fonemas, sílabas o palabras. El cerebro puede llegar previamente a hacer esto, porque se ha capacitado tanto a nivel neuronal como para desarrollar nuevos aprendizajes. Cuando un niño escribe automáticamente, la personalidad está ligada intrínsecamente a esa capacidad. No se puede entender sin ella, pues ambas poseen una misma naturaleza tanto neuronal como mental.

Cuando el niño propiamente escribe y descubre todo el significado de las palabras escritas, el cerebro ha dado un avance extraordinario. Escribir opera ya dentro de un nivel de programación neurolingüística.

El trazo deja de ser pura representación del movimiento espacial para lograr representar significados, y entra en el terreno profundo de la mente. Cuando esto sucede, la Grafología adquiere un nuevo valor. El trazo opera pues en el ámbito de la memoria, mezclándose con ella; lo que se escribe adquiere la cualidad de la expresión y la significación de cuantos contenidos y esencias hay en lo cognitivo y lo afectivo.



GRAFOTERAPIA

El profesor José Francisco González pasó a hablar de la Grafoterapia: “Si cambiamos nuestra escritura -ciertos hábitos- podemos modificar los circuitos neuronales en que se basan. La neurología habla de la neuroplasticidad del cerebro (el cerebro siempre se está haciendo, siempre se está conexionando de nuevo e incluso ya se ha demostrado que se están generando neuronas permanentemente, cosa que antes se creía imposible). Esto representa un potencial de incalculable valor para la Grafoterapia”.

La Grafoterapia -dijo- nos permite modificar el cerebro mediante la modificación de nuestra escritura. Cada vez se ve más claro lo que significa la escritura. Se proyecta en ella toda la mente y las capacidades mentales.

Para escribir -siguió diciendo José Francisco González- el cerebro tiene que haberse programado sensorial y perceptivamente. Esto incluye la asimilación del movimiento del cuerpo (motricidad), la representación de la imagen y el esquema corporal y los procesos de lateralización, etc. Se une el mundo lingüístico y el psicomotor. Es una mente que se hace en el cerebro.

Escribimos sobre la adquisición de automatismo psicomotores. El cerebro tiene que adquirir un tono para poder escribir después.

“Nuestro cerebro es emoción. La emoción se pega a la escritura. Escribimos con emoción, tal como somos, y con los hábitos que hemos adquirido, y con las experiencias”.

La Grafología es lo más racional del mundo, y no tendría que haber ninguna duda. El niño es un experto en la comunicación y todas las estructuras cerebrales y mentales implicadas se proyectan en la escritura. Los aspectos ambientales pueden modificar la forma de escribir.

El profesor José Francisco González comentó con los asistentes algunas letras de niños, donde se pudo ver cómo funcionan las emociones, los sentimientos… Al reformar la letra estamos reformando el cerebro.

Los grafólogos -dijo don José Francisco González Ramírez- debemos validar y no movernos solo por la intuición. La Grafometría es una parte de la Estadística que nos permite cuantificar una serie de datos esenciales para efectuar el análisis.

Al terminar el Coloquio, don Carlos Belda repartió los certificados de asistencia y don José Francisco González firmó ejemplares de su obra El lenguaje simbólico de la escritura.

BEGOÑA MARDONES GÓMEZ
Madrid, 16 de abril de 2011

COLOQUIO SOBRE GRAFOLOGÍA SIMBÓLICA, EN LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE GRAFOLOGÍA






Coloquio sobre Grafología simbólica, en la Sociedad Española de GrafologíaTexto e imágenes: Begoña Mardones Gómez

El que escribe confecciona su autorretratoMax Pulver

El sábado, día 16 de abril, se celebró un Coloquio sobre Grafología simbólica, en la Sociedad Española de Grafología. El profesor don Juan Carlos Belda comenzó el Encuentro con una ponencia titulada Aproximación a la Grafología simbólica.
“El inconsciente colectivo -señaló- es un concepto básico en la teoría que desarrolla el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung. En ella establece que existe un lenguaje común a todos los seres humanos en todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón”.

Carlos Belda añadió que, para Jung, el inconsciente colectivo es un concepto que se puede comprobar empíricamente, ya que se expresa a través de sueños, fantasías, datos transculturales, etc.

Dentro del inconsciente colectivo -siguió diciendo el profesor Belda- se encuentran los arquetipos, que son funciones psíquicas inconscientes y colectivas, heredadas, que predisponen al ser humano a responder ante el mundo de determinadas formas.

En el símbolo encontramos un hecho complejo, no simple, aunque así nos lo parezca en una primera apreciación, dijo don Carlos Belda. En el contenido se mezclan elementos racionales e irracionales y los producimos sin reparar en ello. Un ejemplo son los garabatos que a veces realizamos mientras hablamos por teléfono o llevamos a cabo otra actividad, como en una reunión, en una clase o en una conferencia. Estos garabatos -señaló Belda- están efectuados de manera inconsciente, pues el plano de la conciencia está ocupado en la atención a quien habla o al tema en cuestión. Muchas veces efectuamos garabatos con figuras geométricas: triángulos, cuadrados, círculos. Esto también se da en la escritura. Si observamos con una lupa los grafemas podemos descubrir símbolos ocultos entre las letras. Nuestros grafismos son una muestra de que el símbolo está presente dentro de nuestra mente y lo expresamos de forma inconsciente.

Juan Carlos Belda profundizó en Escuela de Grafología Simbólica fundada por el suizo Max Pulver. Para él, el que escribe confecciona su autorretrato. El hombre refleja en su escritura símbolos que están marcados en el inconsciente.

Pulver señala que debemos fijarnos en cómo se escribe, en cómo trazamos cualquier grafema. Es importante ver cómo se realiza una firma, por ejemplo -dijo Juan Carlos Belda- que la persona nos muestre cómo hace los trazos: las progresiones, las regresiones…

La zona superior -señaló el profesor Belda- refleja la divinidad, el misticismo, el orgullo, la superioridad. Es el área del pensamiento, de la ambición, del poder, de la fantasía, de la imaginación… La zona inferior simboliza el materialismo, la sexualidad, el dinero, la excitación, el fracaso, la caída moral; es el área de la parte biológica, de los instintos, del inconsciente.

A la derecha está lo social, el camino hacia los otros, la imagen del padre, la actividad, la expansión y el altruismo; a la izquierda, se halla el pasado, la familia, la niñez. La zona media se refiere al yo, a lo emocional, a lo cotidiano, al presente.

Juan Carlos Belda afirmó que todo signo gráfico expresa a la persona en su totalidad: inteligencia, afectividad y voluntad. Cada uno de nosotros tiene una personalidad individual, una manera de ser y una forma de escribir. A continuación expuso a los alumnos asistentes algunas firmas de Reyes de la Reconquista, que ponían castillos a los lados de su firma a modo de protección, como Fernando el Católico, por ejemplo. Era una España en guerra de fronteras. El profesor Belda destacó el simbolismo y cómo éste se plasma en gestos gráficos. También se analizaron rúbricas.

Después, el profesor Belda comentó con los alumnos las características de algunas firmas como las de Walt Disney, Lorca, Miguel de Unamuno, Michel Jackson, o el Dalai Lama.

La segunda parte del Coloquio estuvo a cargo de José Francisco González Ramírez, psicólogo y experto en Grafología, que habló sobre El Simbolismo en la escritura. “La escritura -afirmó- es un aprendizaje, que requiere un determinado nivel de desarrollo y maduración cerebral, así como haber asimilado una ingente cantidad de aprendizajes o capacidades previas”. Ningún niño empieza a escribir cuando lo vemos, sino que existe una preescritura.

Neurológicamente se han tenido que formar unas redes cerebrales que constan de conjuntos de neuronas que se activan. Estas redes básicas ya están preparadas previamente antes de que el niño pueda llegar a escribir o repetir gráficamente patrones fonéticos, y eso es posible mediante el desarrollo previo de capacidades y aprendizajes anticipatorios, que luego usa el niño para poder asimilar la escritura:

“Cuando analizamos un escrito, señaló, estamos tocando cerebro. La escritura desde que se inicia está formando cerebro. Escribir una sílaba o una palabra requiere una maduración cerebral increíble. La escritura es algo que toca el cerebro. El niño está utilizando redes neuronales cuando empieza a escribir. Ahora se dice que el cerebro se está construyendo siempre”.

Nadie llega a escribir porque sí, ni la escritura es posible solamente por repetir patrones gráficos en forma de fonemas, sílabas o palabras. El cerebro puede llegar previamente a hacer esto, porque se ha capacitado tanto a nivel neuronal como para desarrollar nuevos aprendizajes. Cuando un niño escribe automáticamente, la personalidad está ligada intrínsecamente a esa capacidad. No se puede entender sin ella, pues ambas poseen una misma naturaleza tanto neuronal como mental.

Cuando el niño propiamente escribe y descubre todo el significado de las palabras escritas, el cerebro ha dado un avance extraordinario. Escribir opera ya dentro de un nivel de programación neurolingüística.

El trazo deja de ser pura representación del movimiento espacial para lograr representar significados, y entra en el terreno profundo de la mente. Cuando esto sucede, la Grafología adquiere un nuevo valor. El trazo opera pues en el ámbito de la memoria, mezclándose con ella; lo que se escribe adquiere la cualidad de la expresión y la significación de cuantos contenidos y esencias hay en lo cognitivo y lo afectivo.

GRAFOTERAPIA

El profesor José Francisco González pasó a hablar de la Grafoterapia: “Si cambiamos nuestra escritura -ciertos hábitos- podemos modificar los circuitos neuronales en que se basan. La neurología habla de la neuroplasticidad del cerebro (el cerebro siempre se está haciendo, siempre se está conexionando de nuevo e incluso ya se ha demostrado que se están generando neuronas permanentemente, cosa que antes se creía imposible). Esto representa un potencial de incalculable valor para la Grafoterapia”.

La Grafoterapia -dijo- nos permite modificar el cerebro mediante la modificación de nuestra escritura. Cada vez se ve más claro lo que significa la escritura. Se proyecta en ella toda la mente y las capacidades mentales.

Para escribir -siguió diciendo José Francisco González- el cerebro tiene que haberse programado sensorial y perceptivamente. Esto incluye la asimilación del movimiento del cuerpo (motricidad), la representación de la imagen y el esquema corporal y los procesos de lateralización, etc. Se une el mundo lingüístico y el psicomotor. Es una mente que se hace en el cerebro.

Escribimos sobre la adquisición de automatismo psicomotores. El cerebro tiene que adquirir un tono para poder escribir después.

“Nuestro cerebro es emoción. La emoción se pega a la escritura. Escribimos con emoción, tal como somos, y con los hábitos que hemos adquirido, y con las experiencias”.

La Grafología es lo más racional del mundo, y no tendría que haber ninguna duda. El niño es un experto en la comunicación y todas las estructuras cerebrales y mentales implicadas se proyectan en la escritura. Los aspectos ambientales pueden modificar la forma de escribir.

El profesor José Francisco González comentó con los asistentes algunas letras de niños, donde se pudo ver cómo funcionan las emociones, los sentimientos… Al reformar la letra estamos reformando el cerebro.

Los grafólogos -dijo don José Francisco González Ramírez- debemos validar y no movernos solo por la intuición. La Grafometría es una parte de la Estadística que nos permite cuantificar una serie de datos esenciales para efectuar el análisis.

Al terminar el Coloquio, don Carlos Belda repartió los certificados de asistencia y don José Francisco González firmó ejemplares de su obra El lenguaje simbólico de la escritura.

BEGOÑA MARDONES GÓMEZ
Madrid, 16 de abril de 2011