“La felicidad y la desdicha están
hechas para ser compartidas. Por eso nos sentimos mejor cuando las compartimos
con otros, o incluso cuando le hablamos de nuestras penas y alegrías al perro,
al gato, al pajarito o a la planta que vive en nuestra casa.
Vivimos
sumergidos en un océano de palabras, pero como les pasa a los peces con el
agua, no somos conscientes de que ellas modelan el estado de ánimo, fraguan
relaciones y deciden la suerte”.
Luis Rojas Marcos