La importancia de la firma, desde el punto de vista
histórico-jurídico es bien conocida. Poner al concluir un texto el nombre y el
apellido, con o sin rúbrica, da autenticidad al contenido del mismo. Se puede
afirmar que tiene igual crédito que las huellas dactilares.
El estudio de la firma es imprescindible para analizar con
responsabilidad un escrito, ya que expresa el yo real del autor, es decir, a
través de ella podemos ver el verdadero rostro del escritor, la representación
genuina sintetizada de su personalidad.
Firmar constituye realizar uno de los gestos o movimientos
menos convencionales en el acto de escribir, al no estar sujetos a normas
establecidas. No obstante, en la firma plasmamos también nuestro yo ideal, lo
cual constituye en algún modo una limitación.
Los valores gráficos a tener en cuenta a la hora de analizar
la firma son los mismos que en el texto. No obstante, la mayor parte de las
veces se advierten notables diferencias entre ambos factores.
La rúbrica es un rasgo natural y libre que acompaña a la
firma y es por su total libertad en la realización donde mejor pueden detectarse
aspectos del yo profundo. Según Mauricio Xandró, la rúbrica es el arropamiento
de la personalidad. También la define como el “andador de la personalidad”.
Isabel Sánchez-Bernuy